La princesa Tarakanova (Knyazhna Tarakanova)
G. P. Danilevsky (traduce Eva Mª González Pardo)
G. P. Danilevsky (traduce Eva Mª González Pardo)
dÉpoca editorial
220 páginas | 2011
La aparición de la Princesa Tarakanova sacude los cimientos del trono de la emperatriz rusa Catalina II la Grande. La odisea vivida por la princesa pretendiente al trono encierra un misterio que es prácticamente desconocido en nuestros días.En 1772 aparece en París una hermosa y misteriosa joven que se presenta entonces en sociedad con el título de Princesa Vlodomir, posteriormente conocida como Princesa Tarakanova. De ella nada se sabe apenas, sólo que afirma haber sido raptada en Alemania y luego enviada a Persia. Siempre según esta mujer, en Ispahan un príncipe le revela su identidad noble y la convence para que regrese a Europa a fin de conquistar el trono que le pertenece. Rodeada de personajes sospechosos e intrigantes lleva una vida extremadamente lujosa en París, Londres y Berlín, lugares donde se encargará de propagar el rumor de que es hija de la difunta emperatriz Isabel I de Rusia —muerta diez años atrás— y de su favorito cosaco con el que se casó en secreto.
La literatura rusa me es
totalmente desconocida, tengo que confesarlo. Nunca me he acercado a ella, tan
lejana, tan grande, tan fría (¡!). No, miento. Hará cosa de dos o tres años
comencé en verano Crimen y castigo, para dejarlo abandonado con todo el dolor
de mi corazón más o menos en el 20%. No estaba yo con ganas de enfrentarme a
ese pequeño animal. Fue en estas condiciones en las que La princesa Tarakanova
llegó a mí: primera verdadera incursión en la literatura rusa, un libro con una portada
muy llamativa, miedo de que fuese demasiado pesado, pero muchas esperanzas. Y
bueno, bien. ¿Seguimos?
La princesa Tarakanova nos cuenta
la historia de una princesa que surgió en la época de Catalina II pretendiendo
el trono de Rusia. ¿La excusa? Que era una hija de la gloriosa Isabel I, cuyo
nombre toma. Esto, que suena tan novelesco, ha sucedido más de una y más de dos
veces en la historia de Rusia (todos conocemos la historia de Anastasia, ¿no?).
Y es lo que Danilevsky –un historiador de época, todo muy simpático- nos plasma
en la novela, que comienza con una de mis escenas favoritas de todos los
tiempos: un hombre escribiendo en un barco. Sí, los hombres escribiendo en
barcos son mi debilidad, sobre todo si dicen algo así como “una vez terminada
la narración, echaré este manuscrito al mar. ¡Alguien más debe saberlo!”.
Es por esto que desde la primera página la historia ya promete, más aún cuando
vamos descubriendo que la cosa en vez de mantenerse mejora, y de qué manera.
Si tuviese que definir el libro
con una sola palabra, esta sería drama, drama y más drama. Pero ojo, es un
drama de los buenos. No es el drama por el drama, totalmente gratuito, que
tienen algunos libros, no; es que la historia va por unos caminos por los que
era imposible que no se detuviese en aspectos dramáticos. Los personajes son
tan sumamente intensos y sus historias tan estremecedoras que si no llega a ser
por lo dramático de la situación le habría faltado realismo. Pero no sólo
drama, no, también una pena terrible y enorme por todas las penurias por las
que pasan los protagonistas. Llegó un momento en el cual ya pensaba que no
podrían pasar más cosas malas, pero de verdad que pasan, y muchas más.
Uno de los mayores temores era
que, como os he dicho arriba, el libro tuviese una enorme profusión de
vocabulario que sonase a antiguo, que fuese denso y esas cosas que siempre van
unidas a la categoría de clásico. Sin embargo me he encontrado con algo
radicalmente opuesto. Danilevsky tiene una prosa muy ágil y directa, que no se
entretiene en demasiadas florituras y que cuenta lo que quiere sin dilaciones.
Sí que es verdad que va a haber párrafos de monólogo interior, o bien de gritos
con gran dramatismo e histerismo por parte de la Tarakanova, pero es tan
delicioso leerlos y se salen tan poco de la trama que impresionan, de veras.
Por momentos olvidaba que el libro que estaba leyendo había sido publicado
originalmente allá por el siglo XIX, de tan sumamente ágil, entretenido y
fácilmente comprensible que era. Lo recomendaría, desde luego, para todos
aquellos que quieren iniciarse en la lectura de clásicos pero que tienen miedo
de hacerlo con una novela que les resulte demasiado densa: La princesa
Tarakanova es la medicina perfecta para ellos.
No puedo no hablar de la
protagonista y sus amigos y enemigos (bueno, dejémoslo en compañeros). Este es
un libro de personajes, y todos y cada uno de ellos son especiales a rabiar. La
princesa que da nombre al libro es un personaje sumamente intenso, y nuevamente
nos vamos al drama: es maravillosa y terrible, y además es de lo más valiente
que he leído en mucho tiempo. Aunque el resto de personajes también son
estupendos, pierden bastante por su culpa, y es que impresiona cantidad leer
sus escenas, sobre todo más allá de la mitad, cuando ya está en otro lugar
bastante particular del que no daré datos. Pero claro, si bien el señor Korlov
(¡esos nombres rusos!) no destaca demasiado, no puedo evitar enamorarme de una
persona que escribe en un barco durante una terrible tormenta que posiblemente
les lleve a pique… es imposible para mí no hacerlo, tengo un problema con los
barcos.
Y ya antes de terminar, quiero
hablar también acerca de la edición que dÉpoca le ha dedicado al libro. Estoy
orgullosa porque esta editorial (asturiana, para más señas) más o menos
reciente, tiene entre manos una de las ediciones más bonitas que he visto
nunca. No solo es la portada (un cuadro precioso y desgarrador) sino que es en
tapa dura, con sobrecubiertas, con información en el interior acerca del autor
y de la época e incluso de la realidad que se esconde tras la ficción. Una auténtica
maravilla, vamos. Y si compras el libro en la web de la editorial, te lo mandan
con marcapáginas, láminas… (no, no me pagan por decir esto, pero madre mía, el
paquete fue amor). Quizás lo único que diría es que hay algunas frases en francés
en el original que se han mantenido así, pero yo las he entendido, así que no
me parece mal. Es el primer libro de la editorial que he leído, pero no será el último, desde luego.
La princesa Tarakanova es una
apuesta segura. Un drama literario que no abusa, sino que se deja llevar, y que
emociona y entristece a partes iguales. Unos personajes maravillosos, destacando
la tremenda protagonista; y una prosa muy especial que no aburre en ningún
momento. Recomendado para todos, pero sobre todo para aquellos que consideren
que los clásicos son aburridos.
Sí, los hombres escribiendo en barcos son mi debilidad, sobre todo si dicen algo así como “una vez terminada la narración, echaré este manuscrito al mar. ¡Alguien más debe saberlo!”
ResponderEliminarCOINCIDO.
También me pasó lo mismo con el vocabulario, me esperaba algo mucho más complicado o rimbombante, pero para nada. La princesa Tarakanova ha supuesto un placer como incursión a la literatura rusa, ahora miro a Crimen y Castigo con más esperanzas :P
Buff yo lo tengo apuntado para leerlo
ResponderEliminarMe pasa como a tí con la literatura rusa, no me he acercado a ella porque me parece fría, pesada y muy triste. Pero me has convencido con este. Creo que empezaré con la princesa esta y continuaré (en un futuro) con otros más célebres.
ResponderEliminar¡Besotes!
Creo que ahora que lo dices yo aún no me he adentrado en la literatura rusa...aún así lo pones tan bien este libro que cuesta pasarlo por alto, lo anotaré aunque sea para un futuro no muy lejano.
ResponderEliminarUn besiño
La verdad que ya he visto varios títulos de esta editorial y se ven todos con ediciones super cuidadas, cosa que me gusta. Ésta en concreto, no la conocía y tiene buena pinta. Igual en un futuro la pido.
ResponderEliminarBesos.
Lo estoy leyendo en estos momentos y estoy cautivada, tienes razón el paquete que manda la editorial dÉpoca es una maravilla, me ha hecho mucha ilusión recibir tantas cosas buenas, y además lacrado con el sello de la editorial, estoy encantada. El libro en sí es una verdadera joya, cuidado hasta en su más mínimo detalle, es un gusto tenerlo entre las manos.
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