Narrativa / 242 páginas / 2014
(es bonita la portada, ¿eh?)
Si echamos un vistazo
atrás a mis últimas lecturas, nos damos cuenta de que Una madre
destaca por lo distinto. Desde luego, entre novelas brutales y
pesimistas, ver una cuya bandera es la ternura y la esperanza es como
mínimo curioso. Lo cierto es que no es un libro que hubiese pensado
en leer, pero coincidió, y aquí estamos. Una cena de nochevieja. La
madre, Amalia, con ganas de que sus tres hijos y su hermano se reúnan
por fin en la misma mesa. El hijo contándolo todo desde su
perspectiva. Mucho dolor por detrás, mucho dramatismo en sus vidas
(las de todos, aquí no se salva nadie), pero muchas ganas de
sobrellevarlo (algunos más que otros).
Es posible que esta noche
confluyan a la mesa de mamá momentos, energías y requiebros tan
dispares, tan largamente reprimidos, que quizá lo que mamá lleva
tanto tiempo esperando sea una pequeña playa a la que de pronto han
de llegar los restos de varios naufragios, con sus baúles llenos de
intimidades, ropa mojada y botellas con mensajes.
El otro día comentaba
con una amiga que Boyhood no me llamaba demasiado la atención porque a
mí la cotidianidad como que se me antoja repetitiva. Para vida ya
tengo la mía, supongo. Pero Una madre es la vida en todo su
esplendor, y me ha gustado. Quizás sea por el tono en el que está
narrada pero me ha resultado una lectura muy agradable y nada
repetitiva. Palomas tiene una manera muy dulce de escribir, y eso que
en ocasiones me resultaba más propia de un texto de no ficción
(cuando narra acontecimientos y no sentimientos) que de este tipo de
novela. Pero conjuga bien, entiendo que Una madre podría haber
resultado terriblemente empalagosa por el tema principal que tiene.
Sin embargo, Fernando (el narrador) adopta un tono amargo, lo justo,
para que no olvidemos que sí, la jefa de la casa puede ser todo lo
mona que quiera, y la vida dar una pausa, pero sigue ahí. También
me ha resultado excelente la manera de ir desmigajando la información
de la que disponemos del pasado de cada uno de los miembros de la
familia: se hacen comentarios y podemos no comprender e interpretar,
pero tarde o temprano todos los puntos están sobre las íes y todas
las piezas encajarán unas con otras. Y es bonito ver cómo la madre
sí pero no, o mejor, no pero sí, que parece que no está ahí por
aportar esa vis cómica y hacer bromas, pero claro que sí, está
pendiente y sabe todo lo que pasa por la mente de sus hijos. Otro
punto a favor: fuera heteronormatividad. Puede parecer un punto
ridículo, pero lo cierto es que encontrar que en un libro se acepte
con tanta naturalidad el hecho de que dos de los hijos sean
homosexuales, no ya por el resto de personajes sino en la historia,
es muy bueno. Me explico: generalmente, en la literatura juvenil,
cuando hay un personaje homosexual, está ahí por y para ser
homosexual. No tiene su propia historia más allá de su “condición”
(el amigo gay de la protagonista). Es algo que a estas alturas de la
vida tendría que dar igual, pero no lo da.
Total, que Una madre es
una novela ligera, entretenida, mona, cuca, adorable, llena de
esperanza, bien escrita, familiar, íntima, introspectiva. Para leer en un par de tardes y recordar con
cariño. Ya os digo que no es el tipo de libro que leo, pero me ha
gustado mucho y no me importaría leer algo más, algún día, de
Alejandro Palomas. Me parece que puede tener mucho que contarme. De
momento os dejo con esta recomendación, a ver si Amalia os puede
hacer pensar un poco también a vosotros.
Puntuación:
3/5